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La Isabel



En un formato de miniserie podrás disfrutar en tres capítulos de la vida de la escritora Chilena Isabel Allende. En una mezcla de tiempos de su infancia, cuando inicio a escribir para la revista Paula sacudiendo a la sociedad chilena, hasta lograr publicar su primera novela, La casa de los espíritus. En la serie, podemos ver el abandono del padre y el impacto en el desarrollo de Isabel, según la historia nunca pudo perdonarle el dejarlos solos con su madre, sin embargo, este suceso le llevo a tener una relación sólida con su abuelo quién formó parte importante en su vida. Podemos ver que la muerte del abuelo detona la escritura y ahí es donde nace su primera novela.





Mujer y artista


La producción es muy buena, la ubicación de la época este cuidado en cada detalle y con las tomas te hacen sentir en aquel momento de la historia, algunas imágenes hacen referencias a las novelas de Isabel y podemos ver como se iban construyendo esas ideas para darle vida a sus personajes, una parte muy importante fue cuando se tocó la dictadura chilena, podemos ver imágenes reales, la producción hace uso de material de archivo y no hay algo más duro que la verdad.


Las actuaciones son justas a cada momento, pude sentir a un personaje bien interpretado, vivo y eso habla de la construcción sólida de la actriz, en todo momento vemos a una mujer como sus conflictos como madre, esposa y escritora.


Dos diálogos en diferentes etapas de la vida de Isabel me engancharon: "Cuando tienes hijos siempre quedas mal con alguien" y en una etapa más madura, antes de enterarse que la van a publicar molesta y cansada dice "Estoy cansada de limpiar para todos, de cocinar para todos". En estas dos pequeñas líneas encontramos todo el peso de ser mujer y artista en una sociedad que aun en el 2021 nos sigue exigiendo a las mujeres más que a los hombres, lo tenemos grabado por nuestros ancestros, no podemos sacarlo del ADN que decimos orgullosas del esposo que cuida a los hijos o lava los platos "Mi esposo si me ayuda"; pero es que ayudar implica que sigue siendo obligación de la mujer la casa, los hijos, "atender" al marido y ahora en 2021 salir a trabajar para compartir gastos. Solo adquirimos mas trabajo. Entonces ¿Dónde quedó la realización de la mujer, la tan criticada y mal nombrada "liberación femenina"? Ahora se actúa como una especia de castigo con la mujer por querer ser independiente, por tomar sus decisiones, desarrollarse como ser humano, por soñar, por pedir equidad- Ah, pero querían ser como los hombres... No hay nada más erróneo que la polarización y no entender que no queríamos ser como los hombres, si no ser una mujer y que esto no implica ser madre, ser esposa, atender, y seguir satisfaciendo a los demás. Si bien el trabajo que genera ingresos cansa, las mujeres se encuentran con jornadas dobles. Hace unos días leía una nota de una mujer que al llegar a su casa y encontrar el desorden la había incendiado, en los cometarios todas las mujeres sentían empatía, la comprendían.

¿Quién no ha querido aventar un plato del montón sucio del fregadero o de los platos limpios que nadie guardó, encender todos los calcetines tirados en el piso del esposo, la ropa que no recoge del baño, la comida que sale del refrigerador, pero nunca vuelve a ser guardada? ¿Quién no ha pensado en sacar al hijo al patio para tener un momento de paz? Las mujeres no tenemos libertad de decirlo sin ser apedreadas, no sentimos ni la libertad de pensarlo sin sentirnos culpables.


Ser artista es una odisea con los ingresos, se trabaja con la creatividad, Isabel sentada escribe empujada por la inspiración, es interrumpida por una banalidad del esposo, una banalidad de la casa porque no sé respeta el trabajo de la mujer igual al del hombre, porque solo ella sabe dónde están las cosas, cómo funciona la casa y la vida de cada integrante, solo ella lleva la carga.


Ahora mismo yo he sido interrumpida en mitad de este escrito para hacer el desayuno al niño que tiene hambre. He decidido no levantarme, porque no es verdad que no pueda esperar, es ese impulso que heredamos de ver a la mamá en la cocina, de que siempre este a nuestras necesidades, esa desesperación de que sea ya, muchas veces me he levantado, he dejado de hacer, de ser quién soy, he parado por la necesidad del otro, cocino a destiempos, cuándo el otro tiene hambre, cocino y la comida se queda ahí, enfriándose y con ello se va enfriando mi vida. Hoy decidí dejar de levantarme y seguir escribiendo, apagar esa voz interna que me dice mala madre.



Hace unos años pensaba que si viviera sola haría lo mismo, como adulta responsable de mi propia vida, también cocinaría, lavaría, limpiaría la casa, daba igual hacerlo para uno o para tres personas, ser responsable de la casa; que mi amigo que es soltero lo hace, se cocina, se lava su ropa, limpia su casa y es responsable de su vida como cualquier adulto, ahora entiendo que no es igual, me engañaba a mí misma, si alguien llega su casa de soltero, ve botellas de whisky, vasos sucios o su ropa amontonada sin lavar solo dirán, es soltero, a una mujer si es soltera y lo hace le dirán guevona, fodonga, borracha, solterona irresponsable; si es casada y con hijos no se detendrán a pensar si llegó tarde del trabajo, si estuvo trabajando doce horas en homeofficce o si tiene el periodo y simplemente no quiso cocinar, nadie pensará que en casa viven más personas, hay mujeres que estudian y llegan a "atender" a sus hermanos, porque son la mujer, si recorriéramos las casas por la noche como un fantasma que mira la escena en silencio veríamos mujeres que sentadas ya en la mesa se levantan a servirle un plato al papá, hermano, hijo o esposo.


A un hombre no lo presionarán porque cocine agradable, a sus horas, porque haga rendir el dinero en el super, lave la ropa, la doble, este feliz y disponible siempre para el sexo, vaya al gimnasio, este a dieta para estar bello y deseable, se arregle, crie a los hijos bien porque si algo sale mal será culpa del padre, lave la ropa de todos en casa, guarde los trastes y por supuesto no olvidar que aporte la mitad de los gastos de la casa porque para eso trabaja, si lo hace, todos lo tomaremos como una ayuda a la mujer, porque es un buen hombre.


No es que venga tu suegra o tu papá, la tía o tu mamá a juzgarte, todas esas voces si no las oímos las cargamos en nuestro interior, es esa pequeña voz colectiva que nos sigue dictando los roles de género y que en este espacio hablamos de ellas para que un día dejemos de escucharlas. Isabel, la serie me detonó todo esto y para mí ese es el sentido de contar historias.



Indudablemente podrás disfrutar de esta miniserie de una sentada, podrás verla en Amazon Prime Video y ahora también en HBO, tómate tu tiempo, que la disfrutes.

 
 
 

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